Práctica 2: "20.000 especies de abejas" te acaricia el corazón

 En un mundo dominado por la crueldad, las injusticias, los prejuicios, violencia y hostilidades, películas como 20.000 especies de abejas son capaces de transmitir amor, ternura, belleza... Y yo, lo agradezco infinito.

20.000 especies de abejas, dirigida por Estibaliz Urresola Solaguren narra la historia de Lucía, una niña de ocho años que no es capaz de encajar en las expectativas del resto y no entiende muy bien por qué. A su alrededor todos insisten en llamarle Aitor pero ella no se reconoce en ese nombre y no comprende por qué a la gente y especialmente a su familia y madre le cuesta tanto verla como realmente es. Su madre Ane se encuentra sumida en una crisis profesional y sentimental que la llevarán a irse a pasar unos días al pueblo en el que creció y donde actualmente viven su madre y otros miembros de su familia. Este verano que cambiará las vidas de esta familia obligará a estas mujeres de tres generaciones muy distintas a enfrentarse a sus dudas y temores.

He de admitir que me considero una fanática entregada a este tipo de cine, el cine que te sumerge de lleno en una historia tan visceral como tierna y a ratos fatídica. La cámara nos adentra dentro de una familia totalmente corriente, una familia con problemas como cualquier otra y pone su foco sobre todo en la mirada de Lucía (interpretada por una excelentísima Sofía Otero), una mirada penetrante y dulce, llena de preguntas y vitalidad. Me apasiona de esta película además que no tan solo se centra en la historia y proceso de Lucía sino que también nos presenta a unos personajes muy ricos en matices, como su madre, Ane, una mujer consumida por la vida y sus problemas, una mujer fuerte y con muchos miedos que trata constantemente de buscar las herramientas para apoyar y comprender a su hija mientras que su vida se cae a pedazos. No quiero y no voy a pasar desapercibida a la que para mí es de los mejores personajes de esta película y se trata de la tía segunda de Lucía, es decir, la tía de su madre. Una mujer campechana amante de las abejas y de la vida y que sirve tanto de apoyo emocional de la protagonista gracias a su maravillosa naturalidad como también sirve de contraste, pues por otro lado, la abuela de Lucía es una mujer muy tradicional y estricta, a la que le cuesta aceptar y entender la situación de la niña.

La directora hace una trabajo brillante en todos los sentidos. Consigue desde crear la escena más tierna y dulce del mundo a de repente la más angustiante con un talento enorme y, a pesar de que la película tiene un ritmo lento, gracias a su impecable guión y estratosféricas interpretaciones consigue que no puedas apartar tus ojos de la pantalla.

Escuché antes de ver la película decir a un crítico de cine que 20.000 especies de abejas tenía muchas posibilidades de quitarle el Goya a La sociedad de la nieve, a lo que yo pensé "si hombre, este flipa". Ahora, pasados los Goyas y después de haber visto 20.000 especies de abejas, he de admitir que ese hombre realmente tenía razón, pues esta película es de lo mejor que he visto en el cine en mucho tiempo y estoy realmente orgullosa y emocionada de que una película de estas características y con esta trama esté teniendo la repercusión que está teniendo, por que se merece todo eso y mucho más. 


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